IGNORANCIA MUNDIAL...
España está en permanente estado de crisis por el agua... Escasea durante las sequías o se inunda todo cuando diluvia.
Y si el cielo nos brinda calma, nos duele ver el deterioro ambiental de los ríos o nos acordamos de la cuenta pendiente que tarde o temprano tendremos que abonar para poner al día nuestras redes de abastecimiento y sistemas de depuración.
Pero compartimos la crisis del agua con otros países desarrollados.
Las sequías en California este año, o en Australia en años anteriores, son tanto o más bíblicas que las nuestras. Además, el cambio climático y los cambios del uso del suelo pueden agravar los problemas de escasez y aumentar la variabilidad del ciclo hidrológico.
Sin embargo, sin darnos cuenta, por conciencia ciudadana y ayudados por la eficiencia de electrodomésticos e instalaciones sanitarias, nuestro consumo de agua en el hogar se ha reducido al menos en un 25% en una década.
El de la agricultura se ha estabilizado en la mayoría de las cuencas e incluso se ha reducido en otras; en su dimensión ambiental sabemos mucho más hoy de cómo están nuestros ríos que hace solo tres o cuatro años.
Y se han identificado las soluciones, otra cosa es que podamos o queramos pagarlas; si llegase una sequía como la de 1992-1995 estamos mucho mejor preparados para afrontarla.
Se suele culpar a la agricultura de los problemas de escasez de agua, proponiendo el famoso 75% del consumo de agua de nuestros regadíos en el conjunto de todos los usos. Analicemos las cosas con rigor.
Y si el cielo nos brinda calma, nos duele ver el deterioro ambiental de los ríos o nos acordamos de la cuenta pendiente que tarde o temprano tendremos que abonar para poner al día nuestras redes de abastecimiento y sistemas de depuración.
Pero compartimos la crisis del agua con otros países desarrollados.
Las sequías en California este año, o en Australia en años anteriores, son tanto o más bíblicas que las nuestras. Además, el cambio climático y los cambios del uso del suelo pueden agravar los problemas de escasez y aumentar la variabilidad del ciclo hidrológico.
Sin embargo, sin darnos cuenta, por conciencia ciudadana y ayudados por la eficiencia de electrodomésticos e instalaciones sanitarias, nuestro consumo de agua en el hogar se ha reducido al menos en un 25% en una década.
El de la agricultura se ha estabilizado en la mayoría de las cuencas e incluso se ha reducido en otras; en su dimensión ambiental sabemos mucho más hoy de cómo están nuestros ríos que hace solo tres o cuatro años.
Y se han identificado las soluciones, otra cosa es que podamos o queramos pagarlas; si llegase una sequía como la de 1992-1995 estamos mucho mejor preparados para afrontarla.
Se suele culpar a la agricultura de los problemas de escasez de agua, proponiendo el famoso 75% del consumo de agua de nuestros regadíos en el conjunto de todos los usos. Analicemos las cosas con rigor.
El comercio exterior agrario y pesquero arroja un saldo neto exportador de casi 7.800 millones de euros, y ha mantenido su pujanza incluso en los años de la crisis. Todo ello sin aumentar el consumo de agua, entre otras cosas, porque no es ni será posible hacerlo en el futuro con nuestra superficie regable y con los caudales disponibles, que están en franca regresión.
Mucho menos lo será cuando nos tomemos en serio las denuncias comunitarias de incumplimientos ambientales y empecemos a valorar como merecen los servicios que nos aportan los ríos y humedales.
Si lo piensan, que tengamos tantas infraestructuras hidráulicas y tantos usos agrarios no es una amenaza para nuestra seguridad hídrica. Es justo al contrario, una gestión sensata de los recursos disponibles cuando se cierne una sequía nos lleva de inmediato a reducir las dotaciones de riego, generando disponibilidades para otros fines, con un coste económico mínimo en términos de empleos perdidos.
Con los embalses llenos y la
explotación racional de los acuíferos, la agricultura proporciona mucha
riqueza, especialmente mediante la transformación industrial de sus productos y
el potencial exportador. Cuando deja de llover, los planes de sequía marcan un
protocolo planeado de usos que se articula y consensúa en marcos de participación
público-privada que son un modelo en el mundo.
Nathalia Lizeth